En el extremo más salvaje del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido se encuentra uno de los rincones menos conocidos y más espectaculares del Sobrarbe: el Mirador de Revilla y el Valle del río Yaga. Este entorno, ubicado en el municipio de Tella-Sin, ofrece una de las mejores vistas del Pirineo aragonés y es considerado uno de los mejores puntos de Europa para el avistamiento del quebrantahuesos, una de las aves más emblemáticas y escasas del continente.

El acceso se realiza desde el pequeño pueblo de Revilla, colgado sobre el profundo cañón del río Yaga. Una pista forestal conduce hasta el núcleo, desde donde parte una corta ruta a pie que lleva al mirador, suspendido sobre un abismo que permite contemplar la grandiosidad del paisaje sin filtros.

El valle escondido del río Yaga
El río Yaga nace en la vertiente occidental del macizo de Monte Perdido y recorre profundos barrancos antes de desembocar en el río Ara. A su paso forma gargantas, cascadas y paredes verticales que le han valido el título de “uno de los valles más salvajes de Europa”. Este tramo del parque nacional está mucho menos concurrido que otros sectores, lo que garantiza una experiencia de inmersión natural total.

Desde el mirador se obtiene una vista directa sobre el cañón del Yaga y los farallones rocosos donde anidan grandes rapaces. La sensación de amplitud, el silencio y la verticalidad del paisaje convierten este lugar en uno de los miradores más impresionantes del Pirineo.

El quebrantahuesos: símbolo del Sobrarbe
Uno de los mayores atractivos de este lugar es la posibilidad de avistar al quebrantahuesos (Gypaetus barbatus), un buitre de gran tamaño especializado en alimentarse de huesos. Esta ave, catalogada como en peligro de extinción durante décadas, ha encontrado en los riscos del Sobrarbe uno de sus principales refugios.

Gracias a programas de conservación y a la escasa alteración humana en la zona, es relativamente frecuente ver a estas majestuosas aves sobrevolando el cañón. También pueden observarse otras especies como el buitre leonado, el águila real, el alimoche o incluso el halcón peregrino.

El mirador de Revilla está acondicionado con paneles interpretativos que explican la geología, la fauna y el papel de los valles glaciares en la formación del Parque Nacional. Todo el entorno invita a una observación pausada y respetuosa.

Rutas de senderismo y pueblos tranquilos
Desde Revilla pueden realizarse varias rutas de senderismo que se adentran en el Parque Nacional. Una de las más recomendadas es la que conecta Revilla con Escuaín, otro de los núcleos más pequeños y solitarios del parque. Esta senda permite recorrer bosques, barrancos y balcones naturales con vistas inolvidables.

También se puede visitar el cercano pueblo de Tella, famoso por su conjunto de ermitas prerrománicas y su fuerte relación con el mundo de las leyendas y la brujería. Toda esta zona forma parte de una red de turismo rural que apuesta por la sostenibilidad y la conservación del medio.

Un lugar para respirar autenticidad
El Mirador de Revilla y el Valle del Yaga son ideales para quienes buscan experiencias diferentes, lejos de las rutas turísticas convencionales. Aquí no hay aglomeraciones, solo naturaleza en estado puro, cielo limpio, silencio y la posibilidad de conectar con el entorno de forma profunda.

Tanto si eres amante de la ornitología como si simplemente buscas paisajes que quitan el aliento, este rincón del Sobrarbe se convierte en una visita obligada para los que quieren descubrir el Pirineo más auténtico.

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