El Embalse de El Grado es uno de los grandes escenarios paisajísticos del Prepirineo aragonés, en el límite entre las comarcas del Sobrarbe y el Somontano de Barbastro. Rodeado de colinas suaves, bosques de pinos y campos de cultivo, sus aguas turquesas contrastan con el paisaje seco y agreste del entorno, convirtiéndolo en un destino atractivo para quienes buscan naturaleza, tranquilidad y rutas al aire libre.

Construido en 1969 como parte del sistema de regulación del río Cinca, este embalse tiene una capacidad de más de 400 hectómetros cúbicos y desempeña un papel fundamental en el suministro de agua, riego y energía hidroeléctrica. Pero más allá de su función técnica, se ha convertido en uno de los lugares preferidos para practicar actividades recreativas, observar aves o disfrutar de miradores naturales espectaculares.

Un entorno versátil para el turismo
El Grado es un embalse muy accesible, con múltiples zonas de acceso y caminos señalizados. A diferencia de otros enclaves del Alto Aragón más alpinos o verticales, aquí el visitante encontrará senderos suaves, rutas en bicicleta y espacios abiertos perfectos para disfrutar en familia.

La zona recreativa de El Grado, en el extremo sur del embalse, cuenta con merenderos, áreas de baño no vigiladas y acceso directo al agua, lo que lo convierte en un lugar ideal para picnics, paseos o deportes acuáticos tranquilos como el kayak o el paddle surf.

Rutas y miradores imperdibles
Una de las rutas más recomendadas es la que conecta el embalse con el cercano Monasterio de Torreciudad, situado en un promontorio sobre el pantano. Este recorrido puede realizarse a pie o en bicicleta, y ofrece vistas panorámicas de gran belleza, especialmente al atardecer, cuando el sol tiñe las aguas de tonos dorados.

También destacan los miradores naturales de La Puebla de Castro, desde los que se contempla una de las mejores perspectivas del embalse, con las montañas pirenaicas al fondo y los reflejos del cielo sobre el agua. Desde estos puntos, en días despejados, puede observarse incluso el macizo de Monte Perdido en el horizonte.

Un paraíso para las aves y la biodiversidad
El entorno del embalse forma parte de una zona ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves), y es frecuente observar garzas reales, milanos, ánades, y en ocasiones águilas pescadoras. Esta riqueza ornitológica convierte a El Grado en un destino interesante también para los aficionados a la fotografía de fauna y la observación de aves.

Los pinares que rodean el embalse albergan además una flora mediterránea rica y variada, con encinas, sabinas, retamas y plantas aromáticas como el romero o el tomillo.

Turismo cultural y pueblos con encanto
Muy cerca del embalse se encuentra el pueblo de El Grado, pequeño pero acogedor, con servicios básicos y un entorno rural tranquilo. También están próximos pueblos con encanto como La Puebla de Castro, Abizanda o Naval, conocidos por su cerámica, sus iglesias románicas y su relación con la cultura tradicional del Alto Aragón.

Desde el embalse, es fácil acceder tanto al Sobrarbe como al Somontano, lo que permite combinar naturaleza y cultura con visitas a enclaves como Aínsa, Alquézar, o el propio Parque Natural de la Sierra de Guara.

Naturaleza y desconexión
El Embalse de El Grado es una opción perfecta para quienes buscan descansar en plena naturaleza, realizar rutas sin exigencias técnicas, disfrutar de deportes náuticos sin aglomeraciones y explorar los pueblos y miradores del Prepirineo. Es un lugar tranquilo, versátil, y con muchas opciones para todos los públicos.

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