En el corazón del Valle de Chistau, a los pies de las grandes montañas pirenaicas, se encuentra Saravillo, un pequeño pueblo que conserva toda la autenticidad del Sobrarbe. Con apenas un centenar de habitantes y rodeado de verdes praderas, bosques y ríos, Saravillo es un lugar perfecto para quienes buscan naturaleza, calma y experiencias auténticas en un entorno rural privilegiado.

Este encantador núcleo pertenece al municipio de Plan y se ha hecho especialmente conocido por ser uno de los principales accesos al Ibón de Plan, también llamado Basa de la Mora, uno de los lagos glaciares más bellos y legendarios del Pirineo aragonés.

Pero Saravillo es mucho más que una parada en el camino: es un pueblo con historia, con gente hospitalaria y con una belleza tranquila que se disfruta sin prisas.


Arquitectura y entorno con alma

Saravillo conserva la arquitectura tradicional pirenaica: casas de piedra, tejados de losa, chimeneas troncocónicas, estrechas calles empedradas y pequeños huertos que aportan color al paisaje. El pueblo está rodeado de campos abiertos, pastizales y bosques de pinos, lo que lo convierte en un auténtico paraíso para los amantes del senderismo suave, el paisaje y la observación de aves.

Pasear por Saravillo es reconectar con lo esencial. El silencio, roto solo por el canto de los pájaros o el murmullo del río Zinqueta, ofrece una sensación de paz difícil de encontrar en otros destinos. Las vistas a los macizos de Cotiella y Peña de las Once enmarcan un entorno que parece sacado de una postal.


Punto de partida al Ibón de Plan

Uno de los grandes atractivos de Saravillo es su cercanía al famoso Ibón de Plan, un lago glaciar cargado de leyendas, rodeado por altas montañas y considerado uno de los lugares más mágicos del Pirineo. La pista forestal que parte de Saravillo es el acceso más directo al ibón (en temporada y con vehículos preparados), aunque muchos visitantes prefieren hacer parte del trayecto a pie para disfrutar del paisaje con más intensidad.

Durante la subida, el visitante atraviesa bosques y praderas donde no es raro encontrar marmotas, sarrios o águilas reales. Una vez arriba, el paisaje que rodea al ibón es simplemente inolvidable: aguas azul profundo, paredes verticales de roca y una leyenda que habla de una princesa mora que aparece cada Noche de San Juan danzando sobre las aguas.


Tradición, artesanía y vida local

A pesar de su tamaño, Saravillo conserva una vida activa basada en la ganadería, la pequeña agricultura y el turismo respetuoso. Aquí se elaboran productos artesanales como quesos, miel y embutidos que pueden adquirirse en el propio pueblo o en mercados locales.

La iglesia parroquial de San Sebastián y su pequeño cementerio, al borde del barranco, completan la estampa de un pueblo donde cada rincón cuenta una historia. Las fiestas patronales, celebradas con sencillez pero mucho sentimiento, reúnen a vecinos y visitantes en un ambiente cálido y cercano.


Alojamientos rurales y escapada ideal

Saravillo cuenta con varios alojamientos rurales acogedores, perfectos para quienes buscan una escapada tranquila, rodeados de naturaleza y con acceso directo a las montañas. También hay restaurantes donde degustar cocina casera, basada en productos locales y recetas tradicionales del Pirineo.

La ubicación del pueblo lo convierte en un excelente punto base para explorar tanto el Valle de Chistau como el entorno de Cotiella, los ibones cercanos o las pistas que se adentran en zonas menos conocidas del Sobrarbe.